Dejé de jugar en pequeño y creé Hazte Grande
La historia, la herida y la misión detrás de esta newsletter
Hazte grande, María, fueron sus últimas palabras.
Yo asentí sin saber muy bien lo que significaban.
Y salí de aquella sala decidida a no volver a ella nunca más.
Porque cuando cerré esa puerta, cerré un ciclo.
Puse fin a años de infierno, de destrucción,
de obsesión, de exigencia,
de soledad, de medicación,
de sufrimiento incomprendido,
sin razón aparente,
demasiado temprano,
demasiado desgarrador.
Y aún así,
hoy solo siento agradecimiento y amor por lo vivido.
Porque mi enfermedad fue uno de los momentos más épicos que marcaron el rumbo de mi vida.
La anorexia me enseñó, a mis 12 años, la lección más importante:
mi mente puede ser mi mayor tesoro o mi peor enemiga.
Y aquellas palabras de mi psiquiatra, el día que me dieron el alta, sembraron la semilla de una grandeza que siempre estuvo ahí, guiándome.
Porque desde entonces comencé a prometerme: yo voy hacer algo grande.
¿Pero qué es grande?
¿Y cómo lo hago?
Siempre me ha encantado escribir,
pero eso de ser artista y vivir de mis libros no parecía lo más sensato
(aunque visto lo visto… ¡igual lo era!)
Así que, siguiendo con la tradición familiar, estudié Derecho.
La vida grande me parecía la vida internacional, la vida por todo el mundo. Por eso, al terminar mis estudios, me obsesioné con trabajar en las Naciones Unidas.
Me pasé los primeros seis meses sin cobrar ni un euro, o franco suizo (gracias padres 🙏). Pero había catering para diplomáticos gratis, aprendí un montón y fue un trampolín profesional que me abrió muchas puertas.
A las prácticas le siguieron un contrato de consultora, más responsabilidad, un puesto que sonaba chuli…
Pero… pues me cansé.
El mundo burocrático de papeles y papeleos suena más idílico de lo que luego es.
Así que, ávida de más, persiguiendo ese destello de grandeza que no sabía dónde encontrar, di un salto al mundo corporativo.
Negociar contratos millonarios, viajes de business, bolsos de marca, findes de esquí en los Alpes...
Ouh yeah. Ahí sí que tenía que estar la vida más grande.
Eso creí.
Y sí, era una vida de ensueño, pero ese sueño no era el mío.
Sostuve el circo un buen rato hasta que, años más tarde, colapsé.
Me hundí en la apatía, la culpa, el agotamiento.
Una crisis existencial y de propósito que se parecían mucho a aquella primera oscuridad.
Solo sentía vacío.
Sensación de final.
De ser vieja a mis 28.
De no saber quién era.
De estar haciéndolo todo mal.
Había seguido las directrices de lo que era grande y exitoso,
pero había acabado pequeña y perdida.
La situación se hizo insostenible, hasta que, en un arrebato de coraje, dejé mi trabajo, dije adios a la que había sido mi ciudad y me marché de Suiza.
Había dado el salto sin tener nada definido.
A lo kamikaze.
Y como no sabía dónde ir, volví a casa de mis padres.
Quería escribir, quería emprender.
Sentía que era mi momento de volar por todo lo alto.
Ya…
Pues me duró poco.

Porque al volver a Bilbao, mi nido, me sentí incomprendida, juzgada y aún más confundida.
Me daba vergüenza no tener rumbo a mis casi 30.
Tener muchos sueños y ninguna certeza.
Estar perdida y que todos lo vieran.
No supe qué pasos dar, y cuando el CEO de una startup danesa me propuso crear un equipo de ventas, en remoto y desde cualquier punta del mundo, dije sí sin dudarlo.
No era mi intención volver a trabajar por cuenta ajena,
pero en mi primer intento de emprender me cagué.
Esa es la verdad.
No tenía apoyo, no tenía pasos y sobre todo:
no había hecho el trabajo interno, tan esencial y tantas veces ignorado.
Pero yo siempre pienso que uno está donde tiene que estar,
que a cada momento la Vida te da o lo que quieres
o una lección para alcanzarlo después.
Ya con un contrato jugosito y un nuevo rumbo profesional, hice la gracia de ser digital nomad por un tiempo.
Pero tenía sed de raíces y, así, haciendo un “pito pito gorgorito, donde voy y que sea bonito” el destino me hizo aterrizar en Lisboa.
Alquilé un pequeño ático con una terraza llena de sol y empecé de cero, de nuevo, en una nueva ciudad.

Lisboa me abrió a un mundo de soñadores, de buscadores de sentido, de mentes inquietas viviendo la vida a su manera.
Y desde ahí, me volví a hacer grande, lo volví a soltar todo y decidida, esta vez sí, a abrirme paso por mi cuenta, dimití.
Esta vez era diferente:
estaba en el lugar correcto, hice un trabajo de autoconocimiento y visión y tenía un plan armado, listo para pasar a la acción.
Y esto es muy fuerte:
solo una semana mas tarde, el Universo me hizo el mayor regalo de mi vida
(bueno, el segundo, el primero fue mi hermana Lucía 😍)
Era su manera de decirme que iba por el buen camino.

Hace ya tres vueltas al sol de aquel primer paso de grandeza.
Y no han sido pan comido, nunca pretendieron serlo.
Pero sí han estado llenas de sentido,
de crecimiento, de despertar.
Porque el emprendimiento es un camino que lo remueve todo,
Las sombras, las heridas, la voz, el merecimiento.
Es crear lo que no existe, confiar en tu intuición,
sostener tu fe hasta cuando te derrumbas,
es soltar los ritmos impuestos,
es levantarse tras el décimo tropiezo,
es cuestionarse, es superarse, es conocerse,
es aprender a quererse más.
Por eso a veces tengo que pellizcarme para recordar ( y celebrar) todo lo sucedido:
Me he convertido en escritora y he publicado dos libros.
He coacheado a más de 80 mujeres.
He organizado 10 talleres presenciales y dos retiros.
He facilitado sesiones de yoga, breathwork, terapias con psicodélicos y círculos de mujeres.
He participado en podcasts y congresos.
He creado una marca personal y una comunidad de + 4000 personas en LinkedIN, IG y esta newsletter.
Me he formado en temas que me apasionan como trading de criptomonedas, Web3 y estrategias de marketing digital.

Y me he dado cuenta de que:
Hazte Grande no es algo que hacer, es quién ser.
Es un modo de vida, no una meta.
Ha sido el faro que me ha alumbrado y acompañado cada vez que me sentía demasiado insignificante para alcanzar mis sueños.
El regalo de aquella niña que entendió que solo ella, con su mente de su lado, tenía el poder de cambiar su vida y su realidad.
Pero ahora ya no.
Ahora, Hazte Grande se ha hecho grande.
Y es algo más 🚀
¿Qué es H A Z T E · G R A N D E ?
Hazte Grande es un espacio para mujeres brillantes que:
saben que tiene mucho potencial, pero se sabotean
tienen muchas ideas, pero se dispersan
han seguido lo marcado, pero se sienten atrapadas
saben que hay algo más, pero no saben por dónde empezar
son ambiciosas, pero se hacen pequeñas
son racionales y lógicas, pero anhelan profundidad
Si esto resuena contigo, perteneces aquí.
Expándete por dentro, ejecuta con excelencia e inspírate con historias de grandeza.
Hazte Grande es el puente entre Lo Profundo y Lo Exitoso.
Aquí hablamos de manifestación, propósito y diseño de vida.
Y también de productividad, herramientas y alto rendimiento.
Porque no te engañes:
lo interno sin acción es humo
y la acción sin visión interna es puro desgaste.
La misión es alinear crecimiento interno + ejecución externa para hacer realidad tu vida más grande.
¿Qué vas a encontrar aquí?
Esto es todo lo que puedes esperar en las diferentes modalidades (gratuitas y de pago) de la suscripción a Hazte Grande:
Guías de Manifestación aterrizada y 0 hierbas, para diseñar una vida y un negocio más grande, sin sabotaje
Guías de Productividad, accionable y estratégica, para ejecutar sin dispersión
Historias de reinvención y grandeza para inspirarte
Webinars mensuales sobre estrategias de productividad y manifestación
Un chat con otras mujeres brillantes donde cada semana nos impulsamos a ser más productivas y grandes
Auditoría Grande conmigo: sesión 1:1 de 60 minutos.
Suscríbete o Hazte un Upgrade para pasar de suscriptora normal a GranDiosa.
Nos vemos, nos oímos, nos inspiramos cada semana aquí.
Un abrazo y Hazte Grande,
María 🤗
Me sentí super identificada :)